viernes, 22 de febrero de 2013

la importancia de leer y el proceso de liberación”, Paulo Freire, S XXI editores, octava edición, México 1991. " La importancia del acto de leer." 

A través de este trabajo presentado en la apertura del Congreso Brasileño de lectura del año 1981, Paulo Freire se propone expresar la importancia del acto de leer a partir del relato de su propia experiencia como lector al mismo tiempo que explicar los fundamentos de su posición como pedagogo al respecto. El acto de leer no es para Freire el sólo desciframiento de la palabra escrita. Hay un primer momento en la vida en el que la lectura, aún no alfabetizada, es lectura de la realidad, de los signos que nos ofrece el mundo inmediato que nos rodea: el lenguaje de los mayores con su carga de cultura propia y heredada, la simbología, las señales, los ruidos que percibe el niño. Una lectura que a medida que se profundiza va despejando los miedos. Y es en ese entorno, el de lo conocido, el de lo que ya le es posible leer, que el niño es introducido por sus mayores en el desciframiento de la palabra escrita. La escolaridad representará para él un segundo momento, una segunda lectura, la de la palabra-mundo. La escuela profundiza el conocimiento que trae, no representa una ruptura sino la continuidad natural de ese momento primero, de esa realidad conocida. Dice Freire: “El desciframiento de la palabra fluía naturalmente de la lectura del mundo particular. No era algo que se estuviera dando superpuesto a él”. Para Freire, la lectura se inicia con la curiosidad. Los textos son objetos a develar, de los que es posible aprender una significación profunda y personal que hará posible finalmente la memorización y la fijación sin ser éstas impuestas por el docente. Una lectura que comienza con el universo de lo conocido por los alumnos, con aquellas palabras que son suyas y por ello significativas.
Una lectura que se inicia con las palabras del alumno y no con las que el maestro propone. “...las palabras con que organizar el programa de alfabetización debían provenir del universo vocabular de los grupos populares expresando su verdadero lenguaje, sus anhelos, inquietudes, sus reivindicaciones, sus sueños. Debían venir cargadas de la significación de su experiencia...” Para Paulo Freire será necesario superar la “visión mágica” de la palabra escrita asociada a la memorización, a la repetición, a la lectura voraz y mecánica, a la calidad relacionada con la cantidad y con la posibilidad de rendir cuentas de lo que se ha aprendido con la lectura. En la alfabetización de adultos de sectores populares que ha llevado adelante Freire, la lectura tiene la importancia de un acto creador, de un acto de conocimiento pero también de un acto político porque provee las herramientas para disentir, para cambiar el mundo. El educador ayuda, acompaña en ese proceso, pero es el educando el sujeto de ese proceso, quien debe poner en juego su creatividad, su responsabilidad y su conocimiento de mundo Finalmente, para el autor, leer y escribir se presentan en este marco como imposibles de separar porque ambos son actos creadores. Lectura y escritura de la palabra son precedidas por lectura y escritura del mundo, donde leerlo será interpretarlo y escribirlo será en realidad rescribirlo, es decir, transformarlo.


http://es.scribd.com/doc/27981604/La-importancia-de-leer-y-el-proceso-de-liberacion-Paulo-Freire


Artur Manfred Max Neef (*26 de octubre de 1932 en Valparaíso ) es un economistaambientalista y político chileno, autor de varios libros, ganador del Right Livelihood Award en 1983 y candidato a la presidencia de Chile en 1993.
INFANCIA Y JUVENTUD 
Sus padres, Alfred Wilhelm Hermann Max y Magdalene Sophie Neef, eran alemanes que llegaron a Chile luego de la Primera Guerra Mundial. De su madre recibió una educación humanista y musical, en tanto que su padre, un economista muy influyente en la política chilena, le aportó una enseñanza más práctica                                          
Estudió en el Liceo de Aplicación y posteriormente economía en la Universidad de Chile.
DE LA EMPRESA PRIVADA A LA ACADEMIA
A mediados de la década de 1950, trabajó en la compañía Shell, donde alcanzó un cargo directivo. En 1957 decide abandonar para siempre el trabajo en empresas privadas, para comenzar a enriquecerse intelectualmente de manera independiente.
En 1961 toma un puesto académico en la Universidad de California en Berkeley, acompañando a sus alumnos en las protestas en contra de la Guerra de Vietnam. Durante los años siguientes, trabaja esporádicamente en proyectos para la ONU (especialmente la FAO) y la OEA.
El exilio
Durante la década de 1970 el economista comienza a trabajar en Ecuador, con pequeños campesinos indígenas de la región lluviosa occidental, y también en Brasil, intentando revitalizar una pequeña ciudad en el estado federal de Minas Gerais. Las ideas desarrolladas en estos trabajos acaban por materializarse en sus textos Experiences in Barefoot Economics, subtítulo que llevaría más tarde, en 1992, su libro From the Outside Looking In, editado por la Fundación Dag Hammerkjöld de Suecia.
En 1973 acepta un puesto académico en la Universidad de Chile, pero el mismo año se produce el Golpe de Estado que da inicio a la dictadura liderada por Augusto Pinochet, y debido a su trabajo realizado en Ecuador, no bien visto por el Régimen Militar, decide exiliarse en Argentina, donde comienza a trabajar para la Fundación Bariloche, fuertemente marcada por las ideas de Carlos Mallmann, y que mezclaba los estudios en ciencias naturales, matemáticas y música, además de ser los responsables del estudio «Límites de la pobreza», en el cual se presenta el «Modelo de Bariloche», una alternativa optimista a lo expuesto en el reconocido informe «Los límites del crecimiento» de Donella Meadows, publicado en 1972 por el Club de Roma.
Reconocimientos
En 1983, Max-Neef es galardonado con el premio Right Livelihood Award, considerado como el Premio Nobel alternativo de economía. Con el dinero de este premio funda en Santiago el ya desaparecido Centro de Estudio y Promoción de Asuntos Urbanos (CEPAUR), a través del cual pone en práctica su teoría del «desarrollo a escala humana». Posteriormente se hace miembro delClub de Roma, de la Academia Leopold Kohr en SalzburgoAustria, y de la E.F. Schumacher Society, en Inglaterra, llamada así en honor al famoso intelectual y economista Ernst Friedrich Schumacher.
Vida política y administrativa
Max-Neef fue miembro del Consejo Asesor de los Gobiernos de Canadá y Suecia para el Desarrollo Sostenible, y en 1993 se postula como candidato independiente a la presidencia de Chile, siendo presentado por el Partido Ecologista, elecciones ganadas por Eduardo Frei en primera mayoría y obteniendo sólo un cuarto lugar, con el 5.55% de los votos.
Entre 1994 y 2002 fue rector de la Universidad Austral de Chile. Y posteriormente trabajó como Profesor Titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, ocupando además el cargo de director del Instituto de Economía de dicha universidad.
OBRAS
Sus obras más destacadas son dos tesis que denominó Economía descalza y Desarrollo a escala humana, las que definen una matriz que abarca nueve necesidades humanas básicas: «subsistencia», «protección», «afecto», «comprensión» o «entendimiento», «participación», «creación», «recreo» u «ocio», «identidad» y «libertad»; además propone una décima necesidad, pero que prefiere mantener separada de las anteriores: la «trascendencia». Todas ellas hacen hincapié en la importancia de los esfuerzos humanos pequeños y apasionados. Max-Neef además postula que no existe correlación alguna entre el grado de desarrollo económico (industrial) y la felicidad relativa de las personas implicadas; al contrario, el desarrollo económico parece aumentar la soledad y la alienación en las sociedades desarrolladas.
En la década de los 90 formuló la Hipótesis del Umbral, la idea de que a partir de determinado punto del desarrollo económico, la calidad de vida comienza a disminuir. Por lo tanto, «todo crecimiento cuantitativo debería derivar en un desarrollo cualitativo». Para Max-Neef, el «desarrollo» debe definirse como la «liberación de posibilidades creativas» de todos los integrantes de una sociedad, concepto independiente del de crecimiento económico, sin ser una condición para este último.
El economista también creó el indicador ECOSON (siglas para «ecological person»; «persona ecológica» en español), que mide la cuota de consumo de energía de un ciudadano que satisface de manera sensata sus necesidades básicas sin marginar a nadie. Se trata, por lo tanto, de un indicador referido a la disponibilidad de energía y al mismo tiempo a su justa distribución. Max-Neef concluye que los ecosones son mucho mayores en el hemisferio norte que en el hemisferio sur; y que por lo tanto, para buscar un desarrollo sostenible, más que buscar reducir la sobrepoblación en el sur, lo crítico es buscar disminuir los ecosones en el norte. Este indicador ha sido calculado por el Max Planck Institute, en Alemania.
En cuanto a qué hacer hoy para revertir el crecimiento no sostenible de la humanidad, Max-Neef suele ejemplificar la situación con su parábola del rinoceronte, que representa el monstruo de la modernización: parece imposible espantarlo con un palo, pero muchísimos mosquitos, reunidos espontáneamente y sin una jerarquía, pueden hacerle la vida imposible hasta que decida marcharse
Libros
·         2007 - La dimensión perdida: La des-humanización del gigantismo
·         1993 - Desarrollo a escala humana: Conceptos, aplicaciones y reflexiones.
·         1982 - Economía descalza: Señales desde el mundo invisible


 TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN

Introducción

¿Quién de nosotros no se ha conmovido al contemplar en nuestras ciudades los cinturones de miseria en los que viven multitudes en condiciones infrahumanas?, ¿quién no ha sentido pena al ver deambular por las calles a personas desarraigados tratando de sobrevivir vendiendo lo que sea y llevando tras de sí, invariablemente, dos o tres chiquillos.
En nuestra patria, tan rica en posibilidades viven millones en extrema pobreza, en caseríos diseminados a lo largo y ancho de nuestro territorio sin la menor esperanza de un futuro mejor. Cuántos deben abandonar sus lugares de origen para tratar de ir "al otro lado" en ese vergonzoso espectáculo de los indocumentados expuestos a toda clase de peligros por parte de los "polleros" y otros explotadores, porque no tienen oportunidades de progresar.
¿Por qué tienen que organizar "marchas" extenuantes las ciudades.
Es entonces que cualquier corazón bien puesto se rebela en contra de la injusticia integral, de la corrupción total, de la explotación del hombre por el hombre, de sistemas políticos y económicos factores de insultantes y terribles desigualdades. ¿Cómo remediar tanta injusticia?, ¿cómo proporcionar a los pobres las oportunidades de sobrevivencia honesta?, ¿cómo corregir el rumbo social desviado desde hace decenios o siglos?
Surge la tentación de radicalizarse con las "izquierdas" y adoptar aquella ideología que promete un cambio de estructuras sociales de una vez para siempre: el marxismo. Obispos, teólogos, sacerdotes laicos católicos y personajes influyentes en el medio, han tratado de lograr el anhelado cambio en la llamada TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN, 


La teología de la liberación Es una corriente teológica que nació en el seno de la Iglesia católica en Latinoamérica tras el Concilio Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia1968). Sus representantes más destacados son los sacerdotes Gustavo Gutiérrez Merino (peruano), quien en 1973 editaría el primer libro sobre el tema Historia, política y salvación de una teología de liberaciónLeonardo Boff (brasileño), Camilo Torres Restrepo(colombiano), Manuel Pérez Martínez (español), Óscar Romero (salvadoreño) y Juan Luis Segundo (uruguayo). La teología de la liberación intenta responder a la cuestión de cómo ser cristiano en un continente oprimido, y a preguntas como: "¿Cómo conseguir que la fe no sea alienante sino liberadora?". Muchos sacerdotes y agentes de pastoral practican y aceptan los supuestos de esta teología en varios países de América Latina. La Iglesia católica actualmente no apoya la teología de la liberación, argumentando que "sus orígenes marxistas no son compatibles con el Evangelio".

Origen de la Teología de la liberación.

Siendo la TEOLOGIA la ciencia que estudia "las cosas de Dios" y la palabra LIBERACIÓN significando lo más preciado para el hombre: la libertad, parecería que las dos palabras juntas significarían algo bello, sumamente bueno y deseable, pero veremos cómo la realidad de esta expresión es muy diferente.
La Teología de la Liberación tuvo su origen en Europa. Desde 1917 Walter Rauschembusch, teólogo alemán con fuerte influencia marxista, lanzó las ideas iniciales en su libro "Una Teología para el Evangelio Social". Después otros teólogos principalmente protestantes, alemanes y holandeses, desarrollaron la "Teología de la Esperanza".
Al final de la II Guerra Mundial, la iglesia Católica Holandesa era tan conservadora como cualquiera otra de Europa, pero empezó a hacer experimentos con la "democracia eclesiástica" llegando al concilio Vaticano II con proposiciones reformistas muchas de las cuales fueron inaceptables y rechazadas.
Después del concilio apareció el controvertido "Catecismo Holandés" que ponía como discutibles asuntos el celibato sacerdotal o la infalibilidad del Papa, entre otras cosas. La ola del liberalismo en la década de los sesentas trajo como consecuencia una dolorosa deserción de sacerdotes y religiosos y una dramática reducción de vocaciones de la que apenas parece se están reponiendo algunas Diócesis fuera de Europa.
En el mes de mayo de 1985 S.S. Juan Pablo II visitó por 5 días a Holanda y pocos viajes de su Santidad han provocado tantos problemas, poniendo de manifiesto no solo la intolerancia protestante sino las dificultades internas de una Iglesia Católica profundamente dividida en dos bandos: conservadores y progresistas.

En América Latina

Pero es realmente en América Latina en donde la teología de la liberación adquirió verdadera fuerza, debido principalmente a misioneros holandeses y españoles y de una manera muy especial al sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez y a sus seguidores Clodovis y Leonardo Boff, sacerdotes brasileños. Las principales obras de los hermanos Boff son "Eclesionesis, las comunidades de base reinventan la Iglesia" y "Teología de lo Político". Leonardo fue condenado al silencio en mayo de 1985 por el Vaticano, prohibiéndole toda enseñanza sea oral o escrita.
Otro sacerdote radicalizado fue Hugo Assman, que no solamente abandonó el sacerdocio sino que se hizo protestante y en la república de San Salvador el sacerdote jesuita español Jon Sobrino.
Hija legítima de la teología de la liberación, es la llamada "Iglesia Popular" muy activa en Nicaragua y condenada extensamente por la conferencia episcopal de América Central en el libro titulado "Juan Pablo II en América Central; balance de una visita".
Es indudable que las conclusiones a las que llegaron las conferencias episcopales de Medellín, Colombia, en 1968 y de Puebla, México, en 1979, fueron fuertemente influenciadas por los teólogos de la liberación acerca de la "opción por los pobres y jóvenes", dando así un fuerte impulso a sus seguidores.
Algunos califican a Medellín como la "matriz" de este movimiento (Vicente Mariano en su libro "Continuidad y Evolución del Magisterio en torno al comunismo, socialismo y marxismo).
Algunos esperaban que la conferencia de Puebla fuera más allá de Medellín, pero Juan Pablo II, bien conocedor y víctima del marxismo, se encargó de poner las cosas en su sitio cuando en su discurso en la Basílica de Guadalupe dijo con muy fuerte voz a obispos y sacerdotes que abarrotaban el Santuario: "sois sacerdotes y religiosos, no sois dirigentes sociales, líderes políticos o funcionarios del poder temporal", arrancando una impresionante ovación entusiasta de los asistentes.
La opción de la Iglesia por los pobres fue matizada con la palabra "preferencial", cosa que decepcionó a los teólogos de la liberación ya que la "opción preferencial" ya no es exclusiva ni excluyente. A los radicales, por definición, no les gustan los matices.

El lenguaje ambiguo
Al estudiar la teología de la liberación, hay que tener mucho cuidado con el significado que se quiere dar a las palabras, ya que usando términos cristianos, se expresan conceptos enteramente distintos y hasta contradictorios. Es toda una estrategia que hay que discernir para no verse envuelto cándidamente en ideologías equivocadas.
Ejemplo de esto es precisamente la palabra "liberación" que usan como sinónimo de "salvación" al mismo tiempo que distorsionan el concepto. La salvación del hombre ya no es como la Iglesia nos ha enseñado, el triunfo final del hombre al entrar al cielo, sino la liberación de la clase oprimida al vencer a los opresores, o sea, los ricos.
Al hablar de "Cristo Liberador" ya no están hablando de nada trascendente, sino de Jesús como un caudillo temporal, algo así como un Simón Bolívar con pelo largo. Consecuentemente la palabra tan importante "Redención", pierde su significado espiritual para ser un hecho sociopolítico; un proceso político al que la filosofía marxista proporciona las líneas esenciales. La fe se transforma en "práxis" (práctica), acción "redentora" en el proceso de la liberación.

Una "re-lectura" de la Biblia
Aquel dicho de que "Nada es verdad ni mentira, todo depende del color del cristal con que se mira", es una de las fallas de la teología de la liberación, porque presionados emocionalmente por la pobreza y las injusticias y animados por las teorías marxistas, se recurre a la Sagrada Escritura pero oyéndola "desde los pobres".
Así entresacan e interpretan todos los pasajes bíblicos relacionados con el binomio "opresión-liberación" para darle a su ideología tintes cristianos. Del Antiguo Testamento hacen mucho hincapié en la liberación del pueblo elegido de la opresión faraónica en el libro del Exodo. Es cierto que Dios liberó a Israel de una servidumbre política, pero no para un fin político, sino para que libres y sin impedimento político alguno, se unieran más a Dios por una alianza sellada en el Sinaí para servir a Yahvé y merecer la tierra prometida.
Cuando más tarde, en castigo por sus pecados principalmente de idolatría fueron llevados cautivos a Siria y Babilonia, Dios los liberó en tiempos de Ciro el Persa con fines religiosos: reconstruir el templo y ser adorado en él.
La palabra liberación aparece en muchos Salmos, pero ya se trate de enfermedades, de males materiales, espirituales o de enemigos físicos, siempre el trasfondo es espiritual.
Por lo que se refiere a los profetas, es cierto que en muchos lugares de la Biblia, los pobres claman justicia en contra de los ricos, los opresores y explotadores, pero siempre en relación con Dios. La justicia humana es inseparable de la justicia Divina. Dios, tanto en los Salmos como en los profetas, es quien se muestra defensor y liberador de los pobres. "Ni de la izquierda, ni de la derecha me vendrá la salvación, sino de lo alto".
Del Nuevo Testamento traen como prueba para sus fines principalmente tres versículos del Cántico de la Virgen María, el "Magnificat":
"Desplegó (Dios) el poderío de su brazo
dispersó a los soberbios de corazón,
derribó del trono a los poderosos,
enalteció a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió vacíos" (Lc.1,51-53)
Tales versículos son paralelos con otros lugares de los Salmos y de los Profetas y expresan lo mismo que Jesucristo predicó varias veces en el Evangelio: que humillaría a los soberbios y levantaría a los humildes, pero de ningún modo se refiere a un enfrentamiento entre ricos y pobres.
Las Bienaventuranzas no tienen ningún sabor político. No contraponen a pobres y ricos; por el contrario, suponen un cambio, una renovación interior, una conversión del corazón. La dicha es proclamada para los pobres con tal de que la pobreza brote del espíritu. La liberación más profunda, más urgente, aquella del mal mayor que es el pecado, no exige ningún cambio político.
El campo del pecado no se limita a estrecheces económicas o a estructuras sociales. Sus raíces están en el corazón del hombre que libremente debe cambiar no por medios violentos sino por una transformación interior por medio de la gracia.
Con esa "re-lectura" de la palabra de Dios, con un atrevimiento insólito, se replantea una nueva religión: la "religión del pueblo", profesada por otra nueva iglesia, la "Iglesia Popular". Aquí nada más recordaremos dos puntos consecuencia de esa interpretación; otros más radicales los mencionaremos cuando expliquemos y demostremos su conexión con el marxismo.
1. La Redención obrada por Jesucristo pierde su fin principal que es la salvación de las almas y pasa a ser una salvación meramente terrenal: la liberación de los pobres de las opresiones políticas y económicas.
2. El Evangelio pierde su carácter espiritual y sobrenatural para convertirse en algo puramente mundano. Con razón la Santa Sede en su documento "instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación" concluye drásticamente diciendo:
"La teología de la liberación propone una interpretación nueva del contenido de la fe y del verdadero cristianismo. Se aparta gravemente de la fe y de la Iglesia; aún más, constituye la negación práctica de la misma".

Las bases del marxismo
1. En el materialismo histórico como un dogma, Carlos Marx decide que Dios no existe, niega la inmortalidad del alma y en consecuencia todas las religiones deben ser abolidas. La historia de la humanidad se desarrolla ciegamente por causas económicas y estructuras opresivas.
2. La propiedad privada de los medios de producción es un robo, por lo que se impone el "comunismo" o sea la propiedad comunitaria de tierras y fábricas.
3. Lucha de Clases: la única manera de cambiar las estructuras injustas es la lucha de clases: proletariado contra capitalistas.

El rotundo fracaso del marxismo
Con los eventos políticos de 1989 (derrumbe del muro de Berlín, desmembramiento de la Unión Soviética), cambió igualmente el escenario teológico. Hasta entonces el marxismo había sido considerado como una fórmula aparentemente válida para la correcta configuración de la acción histórica. Presuntamente poseían el método estrictamente científico que sustituía la fe con la ciencia y la praxis. Todas las promesas de la religión podían llegar a ser una realidad con una praxis política científica.
Pero la aplicación de estos métodos no había conducido a la Unión Soviética y países sino a una pérdida radical de libertad y al empobrecimiento dramático de aquellos que se intentaba "redimir". Apareció ante el mundo el fracaso científico, político, económico y social del marxismo.

Teología de la liberación y marxismo
Evidentemente, el ateísmo de Marx no es compatible con ninguna teología, pero habiendo aceptado como un hecho científico el análisis histórico de Carlos Marx, los teólogos de la liberación, adoptan la lucha de clases para obtener sus fines.
Para ellos la  doctrina social de la Iglesia es tan solo "reformista y no revolucionaria" y por lo tanto la desprecian por inadecuada e ineficaz. La única solución viable es la lucha de clases.
Ya dentro del pensamiento marxista, la teología de la liberación se ve forzada a aceptar posiciones y situaciones incompatibles con la visión cristiana del hombre, porque el que admite una parte del sistema, tiene que admitir la base en que este sistema se funda y el marxismo se apoya en los siguientes principios o normas:
1. Su doctrina es inseparable de la práctica, de la acción y de la historia, que está unida a la práctica. La doctrina y la práctica son un instrumento de combate revolucionario. Este combate es cabalmente la lucha del proletariado contra los capitalistas. Sólo así cumplirán su misión histórica.
2. Unicamente el que participa en esta lucha “toma partido por la liberación del oprimido y cumple su misión histórica”. La lucha es una "necesidad objetiva". Negarse a participar o permanecer neutral, es ser cómplice de la opresión. En este punto su pensamiento es clarísimo: "Forjar una sociedad justa, pasa necesariamente por la participación constante y activa en la lucha de clases que se opera ante nuestros ojos" (Gustavo Gutiérrez, "teología de la liberación" pág.355). "La neutralidad es imposible" (pág.355). Clovis Boff, por su parte en "Teología de lo político", pág.410, afirma: "La teología es objetivamente parcial y clasista."
3. Como la ley fundamental de la historia es la lucha de clases, es una ley universal y aplicable a todos los campos: político, social, religioso, cultural, ético, etc.

Consecuencias Inadmisibles en la Sociedad y en la Iglesia
1. La teología de la liberación pervierte, anula, el mensaje y la misión que Dios ha confiado a la Iglesia: la salvación para la vida eterna de la humanidad.
2. La Liturgia de la Misa se convierte en una celebración de un pueblo en lucha, fomentando el odio y la desunión.
3. Toma como base no el hecho de las diversas clases sociales, con sus desigualdades e injusticias, sino la teoría de la lucha de clases como ley fundamental.
4. Introduce en la Iglesia la lucha de clases: laicos contra sacerdotes; sacerdotes contra superiores y obispos; confrontación y desobediencia contra el Papa.
5. La historia de la salvación operada por Dios en la humanidad, se reduce a la liberación de toda opresión, aún a costa de la supresión del opresor. De ahí el apoyo a las guerrillas y al terrorismo.
6. El Reino de Dios consistiría en la liberación humana que se realiza dentro de la historia y produciría la redención del hombre por la lucha de clases; Juan Pablo I nos advirtió que el Reino de Dios no puede ser confundido con "el reino del hombre".
7. Se llega a identificar a Dios con la historia.
8. Las virtudes teologales toman otros significados: La fe sería "fidelidad a la historia"; la esperanza vendría a ser "la confianza en el futuro" y la caridad es la "opción por los pobres". De esta manera, se priva a estas virtudes de su carácter teologal (su relación directa con Dios) y se convierten en supuestas virtudes meramente humanas. Es la herejía del "horizontalismo".
9. Si la caridad se identifica con una radical "opción por los pobres", exige automáticamente la lucha de clases y por tanto ya no se puede amar a todo hombre sin importar su clase social ni se puede uno acercar a un rico por el camino del diálogo, de la persuasión en la paz. Los ricos son enemigos de clase a los cuales hay que destruir. El precepto universal del amor, solo existirá al fin en la "nueva humanidad", la que surgirá de la "revolución triunfante".
10. Consecuencia lógica de esta manera de pensar es la puesta en acción de la lucha de clases por medio de guerrillas y terrorismo, azote de muchos países latinoamericanos, que han costado tantas vidas inútilmente.
11. A la Iglesia se le considera simplemente como una realidad histórica, resultado de fuerzas socio-económicas, sin carácter sobrenatural.
12. La verdadera iglesia, según ellos, es la "Iglesia de los Pobres", en un sentido nota solo preferente sino excluyente. Es una Iglesia de clase, en oposición con la institución que conocemos.
13. La Eucaristía, por lo tanto, deja de tener sentido y de hecho la relegan a un segundo plano y la pervierten ideologizándola. ¿Cómo pueden participar en la Misa clases opuestas y enemigas? Ya no es la actualización del sacrificio redentor de Cristo, presencia real y donación, sino la celebración de un pueblo en lucha.
14. La bella definición del concilio Vaticano II de la Iglesia como "pueblo de Dios", se convierte en "Iglesia del pueblo" a secas, considerando al pueblo, obviamente, como la clase oprimida a la cual hay que concientizar e instruir para lanzarlos a la lucha libertadora.
15. De acuerdo con esta concepción de "Iglesia del pueblo", se  critica y ataca a la verdadera Iglesia no para corregir posibles abusos, sino atacando su misma estructura sacramentaly jerárquica, tal como la fundó Nuestro Señor Jesucristo.
Tanto la jerarquía como el magisterio son colocados con la clase opresora y dominante a la que hay que combatir. Llegan a decir que es el pueblo la fuente de los ministerios sagrados y que puede nombrar a sus ministros por elección popular, según las necesidades de la misión revolucionaria. ¡Nada menos que un sindicato más!
16. Dan a la muerte de Jesucristo una interpretación exclusivamente política, viéndola como el resultado de la lucha liberadora de Jesús contra la clase opresora. Pierde así la redención, su valor salvífico sobrenatural.
17. Los símbolos se interpretan de una manera diferente. Por ejemplo, mientras San Pablo ve en el Exodo la figura del bautismo que libera del pecado, los teólogos liberacionistas lo interpretan como un símbolo de la liberación política.
18. Los Sacramentos son "celebraciones del pueblo que lucha por su liberación". Se indoctrina al pueblo en este sentido por medio de homilías, cambios en la liturgia, etc... para que  tomen conciencia de clase y se les anima a la lucha contra la "clase dominante". Curiosamente, así la Iglesia viene a ser, según ellos, respecto a los pobres, lo que el partido comunista pretendió ser para los proletarios.
19. La escatología, el fin de los tiempos, es sustituida por el futuro de una sociedad sin "clases" como meta de la liberación en la que se habrá hecho verdad el amor cristiano, la fraternidad universal.
Síntesis de los errores
Todo este cúmulo de errores,  puede sintetizarse de la siguiente manera:
a. El error radical está en la interpretación de la Biblia "releyéndola desde los pobres" para sacar de ahí una praxis inspirada en el materialismo histórico debido a Marx, que niega la prioridad del ser sobre el hacer y por tanto de la verdad y del bien de la acción humana. Este principio es totalmente falso y no es demostrado ni demostrable.
b. La lucha de clases no solo es un error porque es contraria a la caridad, sino que está equivocada porque se le concibe como el motor ineludible y necesario de la historia, negando la libertad de la persona y su capacidad para dirigir dicha historia contando con la providencia Divina.
c. Además de negar o distorsionar verdades fundamentales como son Cristo, la Iglesia, los Sacramentos, etc. en la práctica conduce a someter a la Iglesia a una dirección política determinada, no solo ajena a su misión sobrenatural, sino comprometiéndola en una situación humana deplorable, ya que en el socialismo la persona no cuenta ni se le reconoce su dignidad de hijo de Dios y su destino eterno.

La verdadera solución y propósitos
La Iglesia verdadera, la única, la fundada por Jesucristo, Madre y Maestra, nos ha iluminado en este estudio. En un célebre documento del 6 de agosto de 1984, "Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación", se hace notar que llamar la atención sobre los errores contenidos en dicha teología, no quiere decir que la Iglesia se mantenga insensible y mucho menos apruebe la miseria y la injusticia de los pueblos. Muy al contrario, la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, iluminada por el Evangelio y por amor al hombre, oye el clamor de los pobres y acude en su ayuda con todas sus fuerzas.
Los teólogos deberán colaborar con el magisterio al que reconocerán como un don de Cristo a su Iglesia y acogerán sus enseñanzas con filial respeto y obediencia.
La verdadera liberación, debe tener como fundamento una triple verdad: la verdad sobre Jesucristo, sobre la Iglesia y sobre el hombre, imagen de Dios, elevado a la vida Divina por la gracia Santificante, hijo de Dios y con un destino eterno.
El fundamento de la justicia radica en reconocer las relaciones del hombre con Dios, las que regulan las relaciones de los hombres entre sí. La lucha por la justicia y los derechos humanos, tienen como base la dignidad de cada hombre como hijo de Dios y por tanto los medios empleados deben respetar esa excelsa dignidad.
La iglesia rechazará siempre la violencia ciega y sistemática, venga de donde viniere. Es una ilusión creer (en contra de lo que la historia misma demuestra) que de la violencia surgirá la paz y la justicia.
El cambio anhelado de la sociedad no se ha producido ni se producirá por la violencia exterior, sino por el cambio del corazón del hombre, por una conversión interior. El cambio de estructuras, sin el cambio de los corazones, no producirá el "hombre nuevo", como lo hemos experimentado en nuestra patria con la independencia o con la revolución. Ninguna revolución violenta ha conducido a la justicia y al bienestar.
Los hechos contemporáneos (y contra los hechos no hay argumentos) nos muestran la verdad de la inutilidad de la violencia para lograr la libertad y la justicia social. En los Balcanes, en Africa negra, en Sudamérica, en nuestra propia patria, la violencia ha generado un estado peor que el que se quería remediar.
La lucha de clases como camino a la justicia es simplemente una tremenda falsedad, un mito que de aplicarse lo que hace es impedir la verdadera solución al problema de la miseria e injusticia.